Telegram Group Search
Evangelio del Día 🍃
Lunes 10 de Octubre
S. Lucas 11, 29-32
Evangelio de hoy lunes 10 de octubre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):


En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»

Palabra del Señor 💫
Evangelio del Día 🍃
Domingo XXXIII del T.O.
13 de Noviembre 2022
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».

Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».

Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos.

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».

Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.

Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Los tres evangelios sinópticos (cfr Mt 24,1-51; Mc 13,1-37) conservan este discurso de Jesús frente al Templo que versa sobre la destrucción de Jerusalén y el final de la historia. En las palabras del Señor se alternan y entremezclan tres cuestiones relacionadas entre sí: la destrucción de Jerusalén —ocurrida unos cuarenta años después—, los signos del fin del mundo y la venida de Cristo en gloria y majestad. El lenguaje del Señor es característico del género literario de los apocalipsis (cfr Introducción al Apocalipsis, pp. 1518-19), lleno de imágenes no siempre fáciles de interpretar.

El discurso viene provocado por la admiración de los discípulos ante la belleza del Templo «adornado con bellas piedras y ofrendas votivas» Herodes el Grande había emprendido en el año 20 a.C. la reconstrucción y ampliación del Templo, edificado tras el exilio de Babilonia (siglo VI a.C.). La obra se acabó el 64 d.C., es decir, poco antes de su destrucción por parte de Tito. La reconstrucción debía de estar muy avanzada en el momento en el que se produce este diálogo. Las proporciones colosales, la ornamentación armónica y la riqueza de los materiales empleados hacían del edificio el orgullo de cualquier judío de la época (cfr Flavio Josefo, De bello iudaico 184-237; Antiquitates iudaicae 15,11). De ahí las palabras admirativas de aquellos hombres y la respuesta sorprendente de Jesús.

Ante la pregunta de los discípulos, Jesús anuncia la destrucción del Templo. Tal destrucción va a ir acompañada de la aparición de falsos mesías, guerras y revoluciones. Ante estos hechos el Señor les aconseja tener serenidad: «No os dejéis engañar», «no os aterréis». Además les anuncia que no son señales de que el fin sea inmediato. Todavía tiene que llegar el «tiempo de los gentiles» que se predice más tarde.

A continuación, en continuidad con las guerras y revoluciones anunciadas antes, el Señor vaticina a los discípulos otros desastres y las dificultades que van a tener que sufrir en la expansión del Reino de Dios: persecuciones, incomprensión, odio, etc. Dos notas presiden estas palabras de Jesús. En primer lugar, les promete la asistencia de Dios: las dificulta des, por grandes que sean, no escapan a la providencia divina. Suceden porque Dios las permite, porque puede sacar de ellas bienes mayores.

Las persecuciones serán ocasión de dar testimonio. Como dice una conocida frase de la primitiva apologética cristiana: sanguis martyrum semen christianorum, «la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos» (Tertuliano, Apologeticum 50,13).

Además, el Señor promete una asistencia especial: dará su sabiduría para defenderse y hasta lo que pueda parecer una desgracia será el comienzo de la gloria. En segundo lugar, les asegura la victoria que nacerá de su paciencia perseverante.
Las frases de Jesús son así una exhortación a la paciencia como parte integrante de la fortaleza: «Es pues necesaria una virtud que conserve el bien de la razón frente a la tristeza, para que la razón no sucumba ante ella. Tal es la función propia de la paciencia, que es, según San Agustín, “la que nos hace soportar los males con buen ánimo, es decir, sin decaer, no sea que soportándolos con impaciencia, perdamos los bienes que nos llevan a otros mayores”» (Sto. Tomás de Aquino, Summa theologiae 2-2,136,1).

De ahí que, como afirman las palabras del Señor; la paciencia nos salva, porque «el hombre posee su alma mediante la paciencia, en cuanto que arranca de raíz la turbación causada por las adversidades que quitan el sosiego del alma»

-Biblia de Navarra
Evangelio del Día 🍃
Lunes de la XXXIII Semana del T.O.
14 de noviembre
Evangelio de hoy lunes 14 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):


Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».

Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».

Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Día
Lunes 14 de Noviembre


Aquí parece que se esté evocando el relato del mismo ciego. En efecto, éste percibe el movimiento de la gente y pregunta qué pasa. Cuando oye que es Jesús, su plegaria se vuelve acuciante: «Temo que Jesús pase y no vuelva» (cfr S. Agustín, Sermones 88,13). Cuando los demás le piden que se calle, grita mucho más.

Cuando el Señor le pregunta, responde con sencillez. Su fe le consigue la curación y provoca además la alabanza a Dios de todo el pueblo. Es el resultado de haber vencido los respetos humanos: «Cuando un cristiano cualquiera empieza a vivir bien y a practicar las obras buenas con fervor y a despreciar al mundo, desde el principio comienza a recibir las críticas y la contradicción de los cristianos fríos; pero si persevera, con su constancia los vencerá, y los mismos que antes le molestaban, después llegarán a respetarle» (S. Agustín, Sermones 88,18).

«Señor, que vea» Esta jaculatoria sencilla puede aflorar con frecuencia a nuestros labios, salida de lo más hondo del corazón. Es útil repetirla en momentos de duda, cuando no entendemos los planes de Dios, cuando no vemos claro cómo comportarnos para mantenernos fuertes en la fe, cuando se ensombrece el horizonte de la entrega a Dios.

Incluso es válida para quienes buscan a Dios sinceramente, sin que todavía tengan el don inapreciable de la fe: «Ponte cada día delante del Señor y, como aquel hombre necesitado del Evangelio, dile despacio, con todo el afán de tu corazón: Domine, ut videam! —¡Señor, que vea!; que vea lo que Tú esperas de mí y luche para serte fiel» (S. Josemaría Escrivá, Forja, n. 318).
Evangelio del Día 🍃
Sábado 26 de Noviembre
Evangelio de hoy sabado 26 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor 💫
«Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente»

Señor, una y otra vez, ante el final de una etapa de nuestro camino contigo, y ante el inicio de una nueva etapa, nos miras a los ojos y con mucha ternura pero a la vez con mucha fuerza nos llamas a tener cuidado, a estar atentos, a levantar la mirada y ponernos de pie, a perseverar en nuestra decisión de seguirte… al llegar al final de este año litúrgico, nos llamas a no seguir adelante sin examinar nuestro “aquí y ahora”, a agradecer lo recibido y confiar nuestras caídas a tu misericordia, para seguir tu llamada.

«Estén alerta…»
Alerta para que no dejemos que el mundo con sus voces y sus luces distraigan nuestro corazón y lo aparten del único Camino que nos llevara a la verdadera felicidad.
Señor, fortalece nuestro corazón, que firme en la fe, no vacile en la tormenta ni se acomode en los tiempos buenos, un corazón que te escuche y reconozca tu Voz en todo momento, para que, «alerta», podamos ponernos de pie, ante Ti, cuando llegues. (PJÁL)
Lc. 21, 34-36: Estar prevenidos.

1) Aturdir: En este caminar de tu vida hay cosas que ya empiezan a aturdirte, cosas que no te dejan pensar ni vivir tranquilo, que te quitan la libertad y esas ganas de vivir. Jesús en el evangelio te pone bien claro cuáles son esas cosas que aturden tu vida y entre ellas está “las preocupaciones de la vida”. No dejes de mirar tu vida con esa actitud de saber que tenés que ocuparte más que preocuparte, porque hay un Dios infinitamente bueno que quiere tu bien.

2) Improviso: Tenés que ser consciente que tenés una sola vida y no podés dejar que esta vida se te vaya de las manos con ese acelere que tenés. Aprende a manejar tu ansiedad y eso de querer tenerlo todo resuelto y todo controlado, incluso eso de estar todo el tiempo pensando a futuro. Aprende a vivir la vida en el hoy sabiendo que el mañana es una oportunidad y no un peso o un acelere.

3) Oren: Ante todo mal panorama la oración es el sostén, pero también es el alivio de tu vida y de tu modo de vivir. No dejes la oración pues ella te mantiene en y ante toda batalla. Dios tiene un proyecto en tu vida y es a través de la oración que podés descubrirlo. Hasta el cielo no paramos.
🌻 LA ORACIÓN DE LA NOCHE
26 de noviembre


Mi Dios, Padre compasivo y Señor de todo consuelo.

Al llegar la noche necesito decirte a Tí, que eres mi fortaleza y mi refugio, que no puedo vivir sin Ti, porque eres quien me alienta y fortalece en todas mis circunstancias y me da la seguridad de que si sigo tomado de Tu mano no tengo nada que temer, solo vivir agradecido y confiado en todo momento.  

Tú puedes cambiar lo más difícil en lo que es mejor para mi familia y para mi, haz lo mismo con cada uno de Tus hijos.

Esta noche tengo una súplica especial: Pasa tu mano poderosa y sanadora sobre todos los enfermos afectados de diferentes enfermedades. Cubre y protege del contagio al personal médico que les asiste.

Repito este himno:  “cuando la tarde pide ya descanso y Dios esta mas cerca de nosotros, es hora de encontrarnos en Sus manos, llenos de gozo”

No te vayas.  Amén.  🍁

Oración escrita por (MLS de G)🍁
Evangelio del Día 🍃
I Domingo de Adviento
27 de Noviembre 2022
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.

Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.

Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Palabra del Señor 💫
Comentario al Evangelio del I Domingo de Adviento

Lo que sigue ahora es una explicación de la ignorancia del momento. Las palabras de Jesús a los discípulos son terminantes: no se revelará el día ni la hora de la Parusía. Los discípulos deben vigilar.

«Nadie sabe de ese día y de esa hora, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre». Esta célebre frase ha ocasionado desde la antigüedad cristiana muchas dudas entre los intérpretes y teólogos. Es uno de los textos que empleó Arrio —condenado en el primer concilio ecuménico, celebrado en Nicea el año 325— para negar la divinidad de Jesús.

San Agustín dio una explicación que ha sido seguida comúnmente: «Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha sido enviado como Maestro, ha dicho que ni siquiera el Hijo del Hombre conocía el día del juicio, porque no entraba en las atribuciones de su magisterio el que nos lo enseñara» (Enarrationes in Psalmos 36,1).

Muy semejante es la explicación que ofrece Santo Tomás de Aquino: el día y la hora significa que no lo dará a conocer, pues preguntado por los Apóstoles no se lo quiso revelar» (Summa theologiae 3,10,2 ad 1).

San Atanasio ofrece otra explicación en relación con la doble naturaleza de Cristo.
Jesús se abstiene de revelar el día del juicio para que nos mantengamos vigilantes. Esa enseñanza se refuerza con la parábola del siervo fiel que se enuncia a continuación y las del capítulo siguiente. Vigilar ante el advenimiento de Cristo no es buscar de continuo señales de su venida, sino comportarse y trabajar en todo momento cristianamente. Un medio indispensable para ello es el examen de conciencia: «Tienes un tribunal a tu disposición (…). Haz sentar a tu conciencia como juez y que tu razón presente allí todas tus culpas. Examina los pecados de tu alma y exígele que rinda cuentas con exactitud: ¿por qué has hecho esto o lo otro? Y si el alma no quiere considerar sus propias culpas y, por el contrario, busca las ajenas, dile: No te juzgo por los pecados de otro. (…) Si eres constante en hacer esto todos los días, comparecerás con confianza ante el tribunal que hará temblar a todos» (S. Juan Crisóstomo, In Matthaeum 42,2-4).
2024/11/17 03:32:02
Back to Top
HTML Embed Code: