Contra el encierro

Continuación: 3/4

- ¿Usted se alegro cuando cayó el Muro de Berlín?

- En lugar de alegrarnos del final de la guerra fría, deberíamos habernos dado cuenta durante ese tiempo de toda la falsificación y toda la mentira a la que estuvimos sometidos por los dos regímenes durante cuarenta años, porque eran iguales el uno que el otro y lo único que pretendían (lo consiguieron) fue someter al pueblo, a la razón y a la vida en nombre de una u otra democracia, porque eso era lo mismo. Y ésa es una herida que yo mantengo viva y que a la gente de mi edad les recordaría que la mantuvieran viva.

- Sin embargo, parece que la guerra existe en el corazón del hombre desde tiempos inmemoriales...

- Le repito otra vez que no me hable usted del hombre ni de las personas, porque el hombre o la persona es un simple esclavo de Jehová. Aquí se trata de la gente. Y hay algo en ella que no traga.

- ¿El qué?

-La Democracia Desarrollada, porque todo el mundo sabe que la Democracia Desarrollada está fundada en la fe de que la mayoría es profundamente idiota.

- ¿Todos?

- Afortunadamente, todavía queda en el pueblo algo de pueblo vivo. Algo que no transige y que muestra como sea un santo escepticismo por debajo de todo lo que le cuentan.

-¿Y a qué se dedica la mayoría?

- A comprar autos, ordenadores, teléfonos móviles, colegios caros pan los niños, vacaciones a lugares exóticos... Y luego les gusta mucho ponerse a discutir de los yugoeslavos o de los irakíes. Luego están las minorías, las que no llegan a tener voz porque están aplastadas.

- ¿Usted cree que la humanidad, ¡perdón!, las gentes, se han beneficiado o han avanzado con descubrimientos como la anestesia o la penicilina? ¿No vivimos, en general, mejor que en otras épocas?

- Tengo que volver a insistir en lo que ya le he dicho antes. Las épocas de la Historia son simples imaginaciones y no se pueden comparar con ésta, porque están metidas en ésta en forma de libros de historia y de peliculones de la televisión. Lo único que tenemos de las épocas anteriores son imágenes y noticias.

- Pero cuando Julio César relata la Guerra de las Galias o Platón describe la muerte de Sócrates, uno se puede hacer una idea de lo que ocurría en aquel entonces...

- Esa es es otra cuestión. Precisamente yo soy filólogo, y como buen filólogo -no como historiador- puedo reconocer la voz de cualquiera en cualquier época y en cualquier sito como si estuvieran vivos en este momento y reconocer que tenían los mismos problemas y las mismas dudas que tengo yo. Lo cual demuestra que, de verdad, nada ha cambiado. Luego está la cuestión del progreso y, efectivamente, a mí me parece bueno que exista la penicilina.

- Pero no le veo yo a usted muy entusiasmado con el progreso...

- Lo cierto es que aquí el único que ha progresado es el Señor del poder, y ése no ha hecho más que encontrar formas más sofisticadas para encarrilar a la gente y mantenerla bajo su bota.

- ¿Cuál sería la forma más sofisticada?

- Desde luego hacerles creer que la suma de personas es la que decide y la que gobierna. Ésa es la trampa más diabólica y más sutil del poder en estos tiempos y esplica perfectamente el éxito supremo de la Democracia Desarrollada. Respecto al disfrute del progreso por parte de las gentes del que usted me hablaba antes, es importante recordar que en realidad no hay tal disfrute.

- ¿Por qué?

- Porque todo lo que se vende, todos aquellos bienes de los que vive el Estado del Bienestar, son propagandísticos esencialmente. Y es normal que así sea, dado que actualmente Dios es esencialmente Dinero, Dios necesita hacernos creer que las cosas sólo se pueden alcanzar con Dinero. Ése es el engaño esencial: la gente cree que compra olor a flores o cultura o cariño.

- ¿Y qué pintan entonces los partidos políticos?

- Desde luego ningún partido pinta nada. ¿Habría algún partido de la más estrema izquierda que fuera capaz de levantar la voz contra la industria del automóvil individual o contra la televisión? Ya se sabe para que sirven los partidos: para hacer la guerra y para entretener.

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Continuación: 3/4

- ¿Usted se alegro cuando cayó el Muro de Berlín?

- En lugar de alegrarnos del final de la guerra fría, deberíamos habernos dado cuenta durante ese tiempo de toda la falsificación y toda la mentira a la que estuvimos sometidos por los dos regímenes durante cuarenta años, porque eran iguales el uno que el otro y lo único que pretendían (lo consiguieron) fue someter al pueblo, a la razón y a la vida en nombre de una u otra democracia, porque eso era lo mismo. Y ésa es una herida que yo mantengo viva y que a la gente de mi edad les recordaría que la mantuvieran viva.

- Sin embargo, parece que la guerra existe en el corazón del hombre desde tiempos inmemoriales...

- Le repito otra vez que no me hable usted del hombre ni de las personas, porque el hombre o la persona es un simple esclavo de Jehová. Aquí se trata de la gente. Y hay algo en ella que no traga.

- ¿El qué?

-La Democracia Desarrollada, porque todo el mundo sabe que la Democracia Desarrollada está fundada en la fe de que la mayoría es profundamente idiota.

- ¿Todos?

- Afortunadamente, todavía queda en el pueblo algo de pueblo vivo. Algo que no transige y que muestra como sea un santo escepticismo por debajo de todo lo que le cuentan.

-¿Y a qué se dedica la mayoría?

- A comprar autos, ordenadores, teléfonos móviles, colegios caros pan los niños, vacaciones a lugares exóticos... Y luego les gusta mucho ponerse a discutir de los yugoeslavos o de los irakíes. Luego están las minorías, las que no llegan a tener voz porque están aplastadas.

- ¿Usted cree que la humanidad, ¡perdón!, las gentes, se han beneficiado o han avanzado con descubrimientos como la anestesia o la penicilina? ¿No vivimos, en general, mejor que en otras épocas?

- Tengo que volver a insistir en lo que ya le he dicho antes. Las épocas de la Historia son simples imaginaciones y no se pueden comparar con ésta, porque están metidas en ésta en forma de libros de historia y de peliculones de la televisión. Lo único que tenemos de las épocas anteriores son imágenes y noticias.

- Pero cuando Julio César relata la Guerra de las Galias o Platón describe la muerte de Sócrates, uno se puede hacer una idea de lo que ocurría en aquel entonces...

- Esa es es otra cuestión. Precisamente yo soy filólogo, y como buen filólogo -no como historiador- puedo reconocer la voz de cualquiera en cualquier época y en cualquier sito como si estuvieran vivos en este momento y reconocer que tenían los mismos problemas y las mismas dudas que tengo yo. Lo cual demuestra que, de verdad, nada ha cambiado. Luego está la cuestión del progreso y, efectivamente, a mí me parece bueno que exista la penicilina.

- Pero no le veo yo a usted muy entusiasmado con el progreso...

- Lo cierto es que aquí el único que ha progresado es el Señor del poder, y ése no ha hecho más que encontrar formas más sofisticadas para encarrilar a la gente y mantenerla bajo su bota.

- ¿Cuál sería la forma más sofisticada?

- Desde luego hacerles creer que la suma de personas es la que decide y la que gobierna. Ésa es la trampa más diabólica y más sutil del poder en estos tiempos y esplica perfectamente el éxito supremo de la Democracia Desarrollada. Respecto al disfrute del progreso por parte de las gentes del que usted me hablaba antes, es importante recordar que en realidad no hay tal disfrute.

- ¿Por qué?

- Porque todo lo que se vende, todos aquellos bienes de los que vive el Estado del Bienestar, son propagandísticos esencialmente. Y es normal que así sea, dado que actualmente Dios es esencialmente Dinero, Dios necesita hacernos creer que las cosas sólo se pueden alcanzar con Dinero. Ése es el engaño esencial: la gente cree que compra olor a flores o cultura o cariño.

- ¿Y qué pintan entonces los partidos políticos?

- Desde luego ningún partido pinta nada. ¿Habría algún partido de la más estrema izquierda que fuera capaz de levantar la voz contra la industria del automóvil individual o contra la televisión? Ya se sabe para que sirven los partidos: para hacer la guerra y para entretener.

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